Hace poco leí que en una comunicación entre dos personas, tan sólo el 7% del mensaje se dice con palabras, el resto depende de la entonación, la cadencia del mensaje y sobre todo, del lenguaje corporal. Es la «Regla del 7-38-55%» de Albert Merhabian.
No voy a ser yo quien se lo niegue, pues a lo largo de mi vida he tenido mil ocasiones para comprobarlo. No sé si también en ello influye que soy una persona demasiado observadora, o que me gusta interpretar lo que la gente en realidad quiere decir y no dice… Pero lo cierto es que cuando tratas con personas que poseen un lenguaje corporal desarrollado, la comunicación cambia, y mucho. En mi caso, todo se vuelve más agradable, más interesante y tejido en un círculo de confianza que a veces resulta incluso extraño para alguien que lo perciba desde fuera…
Ha ocurrido en pocas ocasiones que esos pequeños detalles hayan desencadenado reacciones tan intensas en mí: una sonrisa que hace desaparecer todas esas cositas negativas que estaban haciendo de tu día un progresivo infierno… Una mano apoyada en la cintura para apartarte de un camino transitado, para acercarte a una zona donde cualquier mujer se sentiría segura… Una mirada directa a los ojos (o al alma) que remueve por dentro, invitando a soltar todo aquello que sientes, desdibujando el entorno hasta el punto de no recordar ni siquiera la cara de la persona de la que provenían los ojos…
Detalles, formas de lenguaje inherentes a todas las personas. Para mí, un patrón más para valorarlas, aquellos que han conseguido que a posteriori yo recordara el momento por esas pequeñas cosas, adquieren de repente un valor incalculable. Pero es que además, esta forma de comunicación es bidireccional y completa; mis relaciones personales son esos detalles que poca gente percibe. Ya he dicho en alguna ocasión que no regalo a todos el mismo tipo de sonrisa, me han llegado a decir «hoy no sonríes de verdad» y es cierto, pero también es cierto que hay que conocer muy bien a alguien para distinguir una sonrisa de alegría de una sonrisa de suficiencia o de una de resignación, para distinguir una mirada de rabia de una de pasión encendida o de una mirada compasiva.
Lo que yo me pregunto en estos días es: ¿quién llega tan lejos para conocer a alguien?
Maia
Ps: Sonando en el reproductor: No you can`t hide / what you intend / it glows in the dark