Una vez más

Una llamada, de improviso. Una mujer que contesta, se ríe, sonríe, se ruboriza ligeramente, asiente y cuelga. Entra en la ducha, más fría de lo habitual, no sabe si por el calor externo o por el calor que la enciende. Se viste, no se pone nada especial, no lo hace con mucho cuidado, sabe que no servirá de mucho. Ha quedado. Acaba de quedar, para ser precisos. Sale de casa, con la llave del coche en la mano y una sonrisa puesta. Se sabe el camino, es el mismo de cada semana en los últimos tres meses, ese sabor a rutina placentera del que disfruta como toda mujer, aunque ésta lo admite. Aparca, se mira al espejo. Nunca se ha sentido especialmente guapa y la verdad es que repasa con desconcierto esos tres meses en que alguien la considera lo suficientemente atractiva para re-llamarla una y otra vez en busca de ese momento donde, al menos a ella, le parece que todo conecta. Toca al timbre del piso que nunca recuerda y que previamente había preguntado como cada vez, abren, sube las escaleras y entra.

Se apresta a quitarse la ropa y encenderse, como se reavivan los fuegos, a partir de cenizas y de forma espontánea. Sabe que llevará las riendas, sabe que disfrutará de esto, pero sobre todo está segura de que hará disfrutar. Y entre tanto goza también de esos momentos intercalados de charla distendida de los que no podría disfrutar con ningún otro hombre más que él. Salen de allí, la acompaña hasta el coche y la deja ir, no sin antes volverse a mirar que ella ha salido bien y toma la dirección correcta.

En el coche de vuelta, ella reproduce las sensaciones experimentadas, siempre tan intensas y siempre tan exquisitas. Pero también se detiene a meditar sobre esos sentimientos que ya no sabe si se oculta a sí misma o realmente no existen. No puede estropear esto y lo sabe. Se lo repite cada vez que asiente a una proposición medianamente indecente. La vida, piensa, siempre la golpea de la misma forma. No existe, como decía una amiga, ese clímax perfecto en que los sentimientos no se inmiscuyen en esta clase de relaciones. No sabe si lleva razón, pero hasta el último momento, tratará de demostrar que puede con esto. Hasta que sea demasiado tarde, una vez más.

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